Esperar es conectar: Homilía del domingo 15 de junio de 2025
Esperar es conectar. Se ha informado de que hoy en día hay más conflictos abiertos en el mundo que en ningún otro momento desde 1946. San Ireneo dice que esperar es conectar. Y la Trinidad es el modelo perfecto para nuestra esperanza.
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Esperar es conectar. Se ha informado de que hoy en día hay más conflictos abiertos en el mundo que en ningún otro momento desde 1946. San Ireneo dice que esperar es conectar. Y la Trinidad es el modelo perfecto para nuestra esperanza. Lecturas de hoy.
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Esperar es conectar
Como sospecho que todos ustedes saben, este año es el Año Jubilar de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco y continuado por el Papa León. Hablando a los peregrinos en Roma, el Papa León citó a San Ireneo. «Esperar es conectar».
Esta cita de San Ireneo recoge dos ideas que son de crucial importancia para nuestro tiempo actual. Mientras celebramos hoy el Domingo de la Trinidad, vivimos en una época en la que puede parecer que no hay esperanza.
Hay una escalada de violencia en Oriente Medio, mientras Israel e Irán se lanzan misiles mutuamente. Todo ello tras meses de profundo sufrimiento en Gaza e Israel. El conflicto en Ucrania sigue prolongándose sin un final aparente a la vista.
Y hay más. Están los terribles disturbios en Haití, los conflictos en Sudán y Sudán del Sur. Y estos lugares no son los únicos. La lista de conflictos y violencia es realmente larga.
Y también hay conflictos en nuestro propio país. Sin duda hemos sido testigos de las protestas en Los Ángeles. Ayer supimos de los legisladores de Minnesota que fueron asesinados. Y está el conflicto que surge cuando no queremos compartir nuestras bendiciones.
Hay personas que no tienen suficiente para comer, acceso a la atención sanitaria, una vivienda digna y asequible y mucho más. Además, está la ansiedad que surge cuando no estamos seguros de lo que nos deparará el mañana.
Por eso, el Papa Francisco eligió el tema de la esperanza para este Año Jubilar. Pero también es importante que todos reconozcamos que la esperanza no consiste simplemente en que nuestras vidas tengan un final de cuento. No se trata de optimismo.
La esperanza consiste en creer que podemos salvarnos. Que a pesar de nuestros defectos, nuestras penurias, nuestras dificultades y las de los demás, podemos estar abiertos a las formas en que Dios decide actuar en nuestras vidas.
Y al celebrar el Domingo de la Trinidad, es un recordatorio de que con Dios todo es posible. Podemos tener esperanza porque tenemos un Dios que nos ama incondicionalmente y nos da la gracia, la ayuda, para que podamos amar a Dios también.
Pero no debemos ser seguidores pasivos de Dios. Aunque Dios siempre toma la iniciativa de amarnos, de llamarnos, de salvarnos, no somos simples espectadores pasivos. Debemos cooperar con la gracia de Dios.
Ayer, en su videomensaje a los congregados en el Rate Field de Chicago, sede de los White Sox, el Papa León citó, como ha hecho en casi todos los discursos que ha pronunciado desde que fue elegido Papa, a San Agustín.
Esto es lo que dijo el Papa León «San Agustín nos dice que si queremos que el mundo sea un lugar mejor, tenemos que empezar por nosotros mismos, tenemos que empezar por nuestras propias vidas, nuestros propios corazones».
Esto nos lleva al segundo concepto de San Ireneo. La conexión. Y debería recordarnos el segundo mandamiento que Jesús menciona después de llamarnos a amar a Dios. Jesús nos dice que el segundo mandamiento es como el primero. Debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Vivimos en una época en la que quizá se nos recuerde constantemente que no estamos conectados. Pero, ¿aceptamos esa afirmación con demasiada rapidez? ¿Es que estamos tan divididos, tan polarizados como pensamos, o es que no pensamos lo suficiente en las formas en que estamos de hecho conectados?
En cualquier caso, todos necesitamos mirar hacia dentro para ver si amamos a nuestro prójimo tan plenamente como podemos. Tenemos que preguntarnos: «¿Buscamos descubrir las formas en que, aceptando la gracia de Dios, podemos ver nuestras conexiones comunes?
Hoy, en este Domingo de la Trinidad, más que nada estamos llamados a considerar el modelo de la Trinidad. Se ha dicho que cuando un sacerdote predica el Domingo de la Trinidad, es probable que hable de herejía. Hoy intentaré no caer en esa trampa.
Y puedo evitarla si considero que San Juan nos dice todo lo que necesitamos saber sobre la Trinidad. Que mientras nuestra curiosidad es tal que en el mundo occidental queremos resolver misterios, resolver el misterio de Dios, San Juan nos ayuda. ¿Cómo entendemos la Trinidad? Recordando que San Juan nos dice que Dios es amor.
Esto quiere decir que en el misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo está el Amante, el Amado y el Amor entre ellos proporcionándonos a cada uno de nosotros el modelo de cómo hemos de ser en el mundo, amando a Dios y amando a nuestro prójimo.
En un mundo de tinieblas y, para algunos, incluso de desesperación, ¿podemos aceptar la gracia de Dios de ser faros de esperanza en un mundo oscuro? ¿Podemos aceptar la gracia de Dios para dar testimonio de lo que Dios, en su bondad, puede hacer por cada uno de nosotros? Y, por extensión, lo que Dios puede hacer por todos?
Sencillamente, no podemos aceptar el mensaje del Maligno. El diablo nos dice que no podemos hacer nada. Que Dios no puede y no nos ama. Que las tinieblas vencerán y nosotros perderemos.
Pero no es eso lo que estos acontecimientos de la Pascua, y lo que el Domingo de la Trinidad, y la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que celebramos el próximo domingo, nos dicen sobre lo que es realmente verdad.
El Papa León, en su videomensaje, nos recuerda lo que realmente importa.
«Así que me gustaría invitaros a todos a tomaros un momento, a abrir vuestros propios corazones a Dios, al amor de Dios, a esa paz que sólo el Señor puede darnos. A sentir cuán profundamente hermoso, cuán fuerte, cuán significativo es el amor de Dios en nuestras vidas. Y reconocer que, aunque no hacemos nada para ganarnos el amor de Dios, Dios, en su propia generosidad, sigue derramando su amor sobre nosotros. Y mientras nos da su amor, sólo nos pide que seamos generosos y compartamos con los demás lo que nos ha dado».
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

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